Pedir un favor parece tarea fácil, pero no lo es. Al menos no lo es hacerlo bien. Hay gente que no sabe pedir favores; creédme, me encuentro con ellos cada día. Por eso, porque sé que me lee mucha gente joven, me apetece compartir cuatro cosas sobre pedir favores.
- Un favor se pide porque tú necesitas (o quieres) algo que no puedes conseguir por tus propios medios y la otra persona sí. Punto básico: tú necesitas a la otra persona. No es un acuerdo, no es una colaboración, no es cooperación. Tú necesitas a la otra persona, pero ella a ti, no*. Da igual quién seas (rico, famoso, listo, guapo, alto, mayor…), en esta situación particular, tú necesitas a la otra persona.
- No puedes exigir, por eso los favores se piden. Aunque tu madre te haya querido muchísimo toda tu vida, no eres el centro del Universo. Que tú necesites algo y no puedas conseguirlo es tu problema y no el de nadie más.
- Nadie está obligado a hacer favores. Te pueden responder que sí o que no. Pueden decidir ayudarte o no hacerlo. No hay ninguna obligación moral en cumplir un favor que te piden, porque no es un acuerdo, ni una colaboración ni cooperación. Es un favor.
- Se dice gracias. Siempre. Tanto si te hacen el favor como si no. Porque, recordemos: tú lo necesitas y la otra persona no, no es un acuerdo, es tu problema y nadie está obligado.
Y sí, yo también pido favores a menudo. Y sí, estas cuatro cosas las he aprendido a base de cagarla no teniéndolas en cuenta.
*Muchas veces nos ayudamos por el bien común o por interés mutuo, pero entonces ya no son favores.
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