Quizás nunca como antes los avances tecnológicos modifican las estructuras de negocio de forma tan vertiginosa como ahora. Lo que hace 20 años era puntero, ahora está desfasado. Lo que inventan hoy, dominará en 1 año y estará obsoleto en 5. La literatura, obviamente, no es ajena a ello.
La proliferación de nuevos aparatos electrónicos destinados a leer libros y la facilidad con la que pueden crearse, copiarse y distribuirse los contenidos literarios digitales, hace que el modelo tradicional de literatura se desmorone. Algunos escritores, como Quim Monzó o Lucía Extebarría, entre muchos otros, ya se han mostrado pesimistas respecto a la situación y casi dan por perdida la opción de vivir de escribir.
Sin duda, el modelo actual está muerto. Aún genera ingresos, aún se puede hacer algún negocio, aún se estira al máximo (inflando los precios de las versiones digitales de los libros hasta el ridículo), pero la realidad es que está muerto.
¿Qué nos depara el futuro? ¿Morirá la literatura? Por supuesto que no. Me atrevo a decir (sin ningún dato en la mano) que nunca antes en la historia se ha escrito tanto, se ha compartido (en el sentido de distribuir, de hacer llegar más rápido a más gente) tanto ni se ha leído tanto como ahora.
Bien, vale, mini punto por la alfabetización de la gente pero la pregunta es la misma de siempre: ¿quién paga por ello? La respuesta, también como siempre es: nosotros. Pero la variación esencial es a quién le pagamos.
Hasta hace bien poco, los escritores publicaban sus libros a través de las editoriales, que eran quienes avalaban y gestionaban todo el proceso de producción y distribución. Un montón de intermediarios (editor, impresor, publicistas varios, distribuidores, puntos de venta…) se quedaban parte de los ingresos de la venta de cada libro. Una parte pequeña de ese dinero (a veces un porcentaje, a veces un fijo) iba al escritor.
Se entiende que poner en la calle un libro era un proceso complejo y que se requería la mayor parte de estas intermediaciones. La perversión del sistema llegaba, en mi opinión, cuando la calidad del libro pasaba a un segundo plano y la principal prioridad del proceso eran vender mucho para que todas las partes se llevaran lo suyo. Se pagaban adelantos a los escritores (tu anterior novela fue un éxito, así que la siguiente también: toma tu dinero para ir escribiendo tranquilo). Y luego, se acababa vendiendo fuera como fuera. A veces por calidad, a veces por puro marketing.
El resultado lo sabemos todos: 25 euros por libro. Por suerte, eso murió.
Desde hace un tiempo, los nuevos escritores (o los escritores que no tienen la suerte o el talento para ser super ventas a través de una editorial) han buscado (y encontrado) nuevas fórmulas. El primero que me llamó la atención es John Locke y su millón de ebooks vendidos.
El tipo ha sabido llegar a lo más alto por sus propios medios (también usando excelentemente el marketing, no hay que engañarse), vendiendo más de un millón de copias de sus libros a un precio irrisorio (alrededor de 1 euro). Descontado el porcentaje que se lleva Amazon por ofrecerle la mayor plataforma de distribución online del mundo, el tipo ronda el millón de euros de ingresos. Ahí es nada.
Yo le di un euro y me leí uno de sus libros. No era bueno. Literatura barata, nunca mejor dicho, pero eficaz, directa, de la que engancha. Él mismo afirma que los escribe en apenas un par de semanas. Pim, pam, pum. La gente paga poco por un producto mediocre, pero que satisface sus necesidades y sabe que buena parte del dinero va directamente a los bolsillos del responsable de eso.
Por supuesto, hay ejemplos mejores. Hace no mucho descubrí a Juan Gómez-Jurado. No se trata de un autor íntegramente digital, pero sí alguien con la mentalidad para convertirse en el perfecto ejemplo del escritor del futuro.
Me fijé en él por una interesante iniciativa. Muy activo en Twitter, recibió una mención de un seguidor, que le preguntó si podía pasarle un enlace para descarga directa (y pirata) de su último libro. En lugar de enfadarse o sentirse insultado, el escritor reaccionó con un experimento.
Creó esta web, en la que ofrece totalmente gratis, sin sistema de protección ni nada, sus tres libros anteriores (El Emblema del Traidor es un gran libro, lo recomiendo vivamente. Los anteriores aún no he tenido oportunidad de leerlos). Ahí están, puedes descargarlos gratis. También añadió un botón para donar la cantidad que quieras (sugiere 1,50 €, que es lo que cuestan en Amazon).
Los resultados fueron sorprendentes: si no recuerdo mal, rozó las 10.000 descargas en apenas una semana y más del 20% de la gente decidió pagar por los libros. Algunos de entrada, otros con la promesa de hacerlo si, al terminar el libro, les había gustado. Sorprendentemente (aunque cada vez menos), la gente pagó de media más de 1,5 €, cuando no tenían ninguna obligación de hacerlo.
La valoración fue que ganó 10.000 lectores y alrededor de 3.000 euros (según unas improvisadas cuentas de la abuela). ¿Fue una locura o un acierto? Para mí, un acierto insuperable.
Además de esta iniciativa, otro punto a favor de Gómez-Jurado es su constante atención a los seguidores, a los lectores, usando las redes sociales para lo que son: comunicarse. Por muy bueno que sea (que lo es, su última novela La leyenda del ladrón me parece una maravilla), sigue siendo una persona que hace cosas, una persona normal. Y cuanto más se comporte como tal, mejor percibido será por la gente, que suelen ser también personas normales. Y siempre apetece más darle el dinero que puedas o quieras a alguien que te ha hecho pasar un buen rato antes que a una empresa que vete-a-saber-tú.
Gómez-Jurado es un excelente escritor y periodista que, sin duda, ha contado con los medios y la ayuda de grandes editoriales. Una cosa no quita la otra. Pero es evidente que cualquiera, cualquiera, tú mismo, puede convertirse en un escritor de éxito y ganarse la vida con ello. Sólo se necesita un ordenador (auto-editar un libro es algo sorprendentemente fácil), conexión a internet, una cuenta en Amazon… y saber escribir, claro.
Pongo un último ejemplo. Para mí es algo polémico, pero también muy representativo. Yael, conocida en Internet como Acapulco70, ha llevado el experimento más allá. Está escribiendo tres libros, que vende directamente en su blog por 10 euros (caro, la verdad…). No sólo los edita ella y los vende sin intermediarios (más allá de la comisión de la pasarela de pago), sino que puedes hacer una pre-compra del libro y ella se compromete a irte mandando los capítulos a medida que los va escribiendo.
A mí eso me interesa 0, pero entiendo que verse involucrado en el proceso creativo de alguien que te gusta como escribe debe ser un añadido. Ella asegura que ha vendido 40.000 copias digitales de sus libros (sí, son 400.000 euros por libros que no ha acabado); yo lo dudo profundamente, no me salen los números, pero podría ser. Y aunque fuera menos, es un negocio cojonudo. Contacto directo con tus lectores, las tecnologías a nuestro servicio.
Ese es el futuro de la literatura. ¿Todo gratis? No, hay que pagar, pero hay que pagar un precio razonable para tener una experiencia que sea mejor que la de piratear el libro y que nadie vea ni un duro por ello. Porque, aceptémoslo, esa es la alternativa.